Es bueno tener el hábito de ponerse metas. No se trata de encontrar algo grande que llene tu vida; a veces la vocación puede encontrarse en cosas pequeñas. Uno de los requisitos es saber cuál es tu pasión.
Por lo tanto el primer paso es identificar tu pasión ¿Qué es lo que más te gusta?
Mira dentro de ti mismo para encontrar las claves de aquello con lo que de verdad disfrutas.
Después de imaginar tu vocación debes adquirir las habilidades, herramientas y medios para alcanzar tus metas. Además, éstas tienen que ser creíbles, cuantificables y concretas.
Piensa los pasos que vas a dar hasta conseguir tu objetivo y fija una fecha límite. Una vez tengas el plan, ejecútalo y llegado el momento, evalúate.
Por último, escucha tu entorno, observa a tu alrededor y las exigencias que la sociedad demanda.
Aristóteles lo decía con sencillez: ahí donde se cruzan tus dones y las necesidades del mundo, está la vocación.
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